¿Y si el euro extra no es la solución? ¿Y si es parte del problema?
Mientras algunas empresas ya están rediseñando turnos, rotando tareas y escuchando a sus equipos, otras siguen pensando que todo se arregla subiendo un euro (o un dólar, o mil pesos) más por hora como si eso fuera el nuevo elixir del compromiso, y no lo es.
¿Lo estás haciendo bien? ¿O solo estás reaccionando como todos?
Sabemos que los sectores industriales, de logística, transporte y HORECA viven en un loop eterno:
- Publican ofertas, no aparece nadie.
- Suben el sueldo. Viene alguien.
- Aguanta dos semanas. Se va.
- Vuelven a publicar.
- Y vuelta a empezar.
Mientras tanto, alguien en la oficina de RRHH jura que el mercado está “muy complicado” y que “ya nadie quiere trabajar”.
jajajajajaja. ¡Claro!, ¡eso debe ser!
La verdad que incomoda
No es que la gente no quiera trabajar. Es que ya no quiere trabajar así.
Ya no aceptan:
- Turnos sorpresa dignos de escape room.
- Supervisores que lideran con silencios, broncas y WhatsApps pasivo-agresivos.
- Jefes que confunden productividad con castigo.
- Empresas que sólo reconocen el esfuerzo… cuando alguien renuncia.
Y por cierto: no cuenta como cultura, un cartel que dice “nuestro equipo es lo más importante” en la pared del almacén.
El nuevo talento operativo (sí, ese que buscas desesperadamente) ya no es barato ni disponible.
Es inteligente, práctico y alérgico a la basura emocional. Por más que subas el sueldo, si tu ambiente de trabajo sigue oliendo a siglo XX, lo único que vas a contratar es frustración con fecha de vencimiento.
¿Y sabes qué es lo más grave?
Que ni siquiera es caro cambiar.
5 cosas que puedes hacer con cero presupuesto y dos neuronas activas:
- Planifica turnos como si tus trabajadores también tuvieran vida
Lo sabemos, ¡shock cultural!: tus empleados tienen vida fuera del almacén. Publica los turnos con al menos una semana de antelación. No hace falta usar software de la NASA. Con un Excel decente ya eres Elon Musk para ellos. - Rota tareas como si te importara la salud de tu equipo
Nadie aguanta cargando pallets, bandejas o platos calientes 8 horas todos los días. ¡Nadie! ¡Haz rotaciones! ¡divide lo feo!, ¡dale respiros! Si no sabes cómo, pregúntales a ellos. Te lo dirán en 3 minutos y ¡gratis! - Haz una reunión de 15 minutos semanales y, por favor, ¡cállate!
No para dar instrucciones, sino para escuchar. Que cuenten qué no está funcionando, qué los frustra, qué los haría quedarse. Y, ¡si!, por favor resiste a la tentación de explicar por qué “no se puede”. - Promete algo que puedas cumplir. ¡Y cúmplelo.!
“Si aprendes esto, te paso al siguiente puesto.” “Si cumples objetivos, te libero un finde.” Lo que sea, pero hazlo real. El compromiso no se compra. Se construye. Y se destruye rapidísimo si no cumples. - Reconoce como si fueras humano
No hablamos de “empleado del mes” con una foto pixelada. Hablamos de decir “gracias” después de una jornada infernal. De preguntar “¿cómo vas?”. De dar feedback como adulto. Parece básico, justamente por eso funciona.
Pero claro, esto sólo sirve si dejas de contratar por CVs y empiezas a contratar por actitud, adaptabilidad y ganas reales de currar.
Para eso necesitas dejar de buscar candidatos que “cumplan con todo” y empezar a buscar personas que quieran quedarse.
Reflexión final
¿Y si lo que necesitas no es pagar más, sino pensar mejor?
¿Y si la verdadera estrategia de retención no es un bono... sino un entorno donde la gente no se quiera ir?
Porque si cada vez que pierdes a alguien, lo único que se te ocurre es subir el sueldo… estás apagando incendios con gasolina.
Y mientras tú haces números para subir otro euro… tu competencia está creando equipos que se quedan sin tener que pagar el triple.
El problema no es el mercado. El problema es que tú estás usando una lógica que ya no aplica.